La semana pasada me encontraba platicando con mi vecina, después de ir a dejar a sus hijos a su casa, y me dijo que le habían mandado un recado de la escuela que durante los próximos días estarían realizando la ya famosa “Operación Mochila”. En la plática noté cierto rechazo tanto de la mamá como de su hijo, pero no le di mucha importancia, de vez en cuando mi vecina es un tanto dramática cuando de asuntos escolares se refiere.
Y es que ella, como muchos padres de familia, mientras menos se metan en las tareas y deberes de sus hijos, mejor. Aún no logro entender por qué, para mí, me resulta ser de suma importancia saber qué están aprendiendo en la escuela, quiénes son sus amistades y lo que llevan en la mochila.
Claro, mi hija aún es pequeña y todavía tengo que ayudarle a acomodar sus útiles en la mochila y de paso, reviso qué lleva o qué trae. Con inmensa ternura veo que guarda pequeños pedazos de papel que luego colorea y hace pequeños dibujos, para luego regalármelo, las cuales por cierto, colecciono y atesoro en una cajita de cartón. Pero también de vez en cuando trae plumas o gomas que sus amiguitas le regalan o le prestan. En una ocasión hasta trajo un frasquito con virutas de sus colores, cosas inocentes que son propias de su edad pero conforme van creciendo, esas cosas también cambian.
He pensado que en algún momento de su vida ya no querrá que le ayude a preparar su mochila para el día siguiente y me pregunto cómo voy a estar al pendiente de los objetos que lleve o guarde. También me he preguntado si indagar en su mochila tiene que ver con el allanamiento de su privacidad, que aunque son menores de edad, no hay que olvidar que son individuos y merecen ser tratados con respeto y dignidad.
Bueno, pues aquí entre nos, no creo que sea un allanamiento mientras nuestra confianza y buena comunicación entre padres e hijos exista. Sí, tienen derecho a tener su privacidad, pero también tenemos la obligación como padres para estar al pendiente de nuestros hijos y eso a cualquier edad.
Y es que no se trata de husmear en su mochila cuando ellos no se den cuenta, se trata de sentarnos con ellos y decirles que nos muestren su tarea y ¿por qué no?, de vez en cuando que nos enseñen qué más traen. En las mañanas, darle una revisada rápida para ver si no se llevan algo que no debería estar ahí. No estamos husmeando, no estamos allanando, estamos cuidando de nuestros hijos.
Tal vez a mi vecina y a mucha gente no le guste indagar más allá, por falta de tiempo… o ¿de interés en lo que hacen sus hijos en la escuela? Pues si… aquí entre nos, conozco mucha gente que no le invierte el tiempo que merecería a estos menesteres de sus hijos. La cotidianidad quizá, la rutina o la falta de tiempo tal vez. Sin embargo, también sé de muchos jóvenes sobre todo, que no tienen a las mejores amistades y así como de niños pequeños llevan pedazos de papel, quizá un día lleven una bolsita con polvo blanco o una que otra arma blanca, porque “alguien se los dio a guardar”.
Tanta es la falta de interés de algunos padres, que las escuelas han tenido que aplicar estas medidas en la misma escuela. Y eso por supuesto, enfada a los estudiantes. Sin embargo, no hay que olvidar que ha habido accidentes o ataques entre estudiantes por llevar armas en sus mochilas. Tampoco hay que olvidar que así han iniciado muchos jóvenes en el campo de la drogadicción, primero como “prueba o un regalo de un amigo” y luego como algo que se vuelve una necesidad y luego una adicción y los padres –muchos de ellos- ni se enteran cómo ocurrió.
Sí, tal vez el operativo mochila no deba existir en las escuelas, pero definitivamente es obligatorio que exista en casa, finalmente los maestros sólo tienen la obligación de enseñar asignaturas, pero nosotros tenemos la obligación de enseñarles valores, de preocuparnos por ellos y por lo que los rodea. Recordemos que es en la escuela donde pasan casi la mitad del día y es ahí donde se generan la mayoría de sus relaciones sociales.
Esta noticia fue modificada el 15 octubre, 2019 1:19 am