María Gertrudis Teodora Bocanegra, una de las más valientes heroínas de la Independencia de México, hoy en día casi olvidada por la mayoría de nosotros, pudo haber sido una más de las mujeres anónimas que lucharon por la soberanía mexicana, pero ha pasado a la historia por tener una lealtad ejemplar.
Gertrudis Bocanegra, nació un 11 de abril de 1765 en Pátzcuaro, Michoacán, en la entonces Nueva España; sus padres fueron españoles de clase media: Pedro Javier Bocanegra y Felicia Mendoza, lo que le permitió tener una educación aceptable y estar cerca a los escritos de próceres independentistas y a muchos autores liberales.
Simpatizante de las ideas de Independencia que se gestaron a principios del siglo XIX en la Nueva España, Gertrudis Bocanegra convenció a su esposo Pedro Advíncula de la Vega, un soldado de la tropa provincial de Michoacán, y a uno de sus cuatro hijos de unirse a los insurrectos de Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, los cuales había proclamado la independencia del pueblo de Dolores el 16 de septiembre de 1810.
Gertrudis y su esposo Pedro, fueron fieros combatientes de la Independencia, ella salvó a varios caudillos, una de sus labores principales fue servir de puente entre los insurgentes en la región de Pátzcuaro y Tacámbaro. Su inteligencia fue necesaria para crear una red de comunicación entre las principales sedes de la rebelión independentista.
Aunque, en un principio su hijo y su esposo estuvieron bajo las órdenes de Manuel Muñiz, luego se incorporaron al ejército comandado por Miguel Hidalgo a su paso para Guadalajara, tomando parte en la batalla de Puente de Calderón. Por desgracia, su esposo y su hijo, perecieron en batalla.
El papel de Gertrudis Bocanegra fue muy importante para que las tropas rebeldes lograran estar comunicadas y también alertas a cualquier ataque de las tropas realistas, su nombre aparece en la lista de otras heroínas como: “La Perla de la Laguna”, “La Campanera”, “La Guanajuateña”, “La Friné Mexicana”, “Las Once Mil Vírgenes”, “La Madre de los Desamparados”, entre otras.
Ni la tortura venció sus convicciones, sobrevivió sólo siete años después del inicio de la guerra de Independencia y se llevó a la tumba toda la información que tenía de Los Guadalupes, un grupo de insurgentes de Pátzcuaro y Tacámbaro en Michoacán. A pesar de que fue apresada, llevada por los realistas a juicio y sentenciada a morir por traición, no delató a sus compañeros.
Gertrudis Bocanegra fungió como agente de los insurgentes después de que su esposo, Pedro Advíndula de la Vega – un soldado cubano de la tropa provincial de Michoacán- y su hijo, murieran en su primer enfrentamiento contra las tropas realistas en la batalla de Puente de Calderón (1811), donde peleaban al lado de Miguel Hidalgo.
Al quedar viuda, organizó la red de comunicación de los insurgentes en Pátzcuaro, incluso, realizaba reuniones del movimiento en su casa. Aparentemente, fue aprehendida cuando llevaba información de Pátzcuaro a Tacámbaro, pero se desconoce la fecha.
“La historia de las mujeres prácticamente no se estudiaba. Cuando queremos estudiar a las insurgentes, son pocos los documentos a la mano, no hay registros de cuándo fue apresada y cuánto tiempo duró su proceso. El dato duro es que fue fusilada”, dice la historiadora Patricia Galeana, directora general del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INHERM).
En la Plaza de San Agustín, en Pátzcuaro, Gertrudis Bocanegra encontró la muerte el 11 de octubre de 1817. “Desafortunadamente cada día hay menos de estas personas ejemplares”, dice la actriz Ofelia Medina, quien con Eduardo Casar escribió el guion de Gertrudis, cinta que Ernesto Medina filmó en 1992. “Gente como ella todavía ofrece una lección importante que no hemos asimilado sobre el resultado de un movimiento armado en pro de un cambio de gobierno”.
El pensamiento liberal de Gertrudis Bocanegra se alimentó de las ideas de iluministas como Voltaire y Rosseau. Era asidua visitante de la casa del cura Hidalgo, donde se intercambiaban libros originales o traducciones realizadas por el propio sacerdote.
“Hidalgo compartía volúmenes de la Enciclopedia francesa con Manuel Abad y Queipo, que fue el obispo que lo excomulgó por primera vez”, asegura Patricia Galeana.
“Al igual que otras mujeres de la época, Gertrudis Bocanegra no estudiaba fuera de casa, así que leía todo lo que llegaba a sus manos. Ella tuvo acceso a textos prohibidos por la Inquisición, así que sí es posible afirmar que fue influida por estos autores”, añade la historiadora.
Acomodada, de padres españoles, Gertrudis Bocanegra tenía facilidad para los idiomas, hablaba purépecha y tenía conocimiento de otras lenguas indígenas. Al olor de las ideas liberales europeas, se fortaleció su empatía hacia la causa independentista al grado de adoptar una actitud heroica.
Es un hecho que fue torturada, dice Patricia Galeana, pero no hay datos sobre la forma en la que fue agredida. Existen versiones que afirman que sus captores la pasearon desnuda por la ciudad y que quemaron su cuerpo con cigarros antes de su fusilamiento, pero nada de esto se ha comprobado.
“La tortura era una práctica no solo de las autoridades civiles, sino de la Santa Inquisición. Pudo haber pasado algo así, pero sólo son inferencias derivadas de las prácticas de tortura de las que se tiene conocimiento; no tenemos evidencia”, señala.
Las mujeres de una condición acomodada tienen el gran mérito de haber dejado su situación privilegiada para sumarse a la causa, aportando no solamente recursos, como fue el caso de Gertrudis Bocanegra
Tanto Ofelia Medina como Patricia Galeana, quien ha realizado estudios históricos de género, coinciden en que el papel de las mujeres en la lucha independentista de México no es reconocido.
“Las mujeres de una condición acomodada tienen el gran mérito de haber dejado su situación privilegiada para sumarse a la causa, aportando no solamente recursos, como el caso de Gertrudis”, comparte Patricia Galeana.
En ese entonces, la mujer era prácticamente un ser silencioso, agrega la historiadora, quien pone como ejemplo de los códigos de la época el texto de Fray Luis de León, La perfecta casada.
“Fue escrito en el siglo XVI y todavía en algunas poblaciones rurales se sigue inculcando algo de lo que contiene, como que la mujer no debe reírse muy fuerte para no molestar al esposo”, explica la historiador.
“El hombre era el que mandaba, el que tenía el poder y ellas obedecían. Por eso estas mujeres, transgresoras de esa imagen, se hicieron notar en una sociedad que no tomaba en cuenta lo que hacían; sólo eran parte de la naturaleza, encargadas de la crianza, no de la vida pública”, añade.
Por el contrario, Gertrudis desarrolló una actitud moderna, influida por la lectura y la discusión con intelectuales de su tiempo, advierte Ofelia Medina. “Tenía una soltura mucho mayor que la mayoría de sus contemporáneas”.
En una época en que las ideologías han muerto y las nociones de patria y nación se fragmentan al grado de resquebrajarse, la actriz y activista considera fundamental la revisión de figuras que, como Bocanegra, dieron la vida por sus ideales.
“Ahora cambiamos de amo, cada vez más poderoso, más feroz y más estúpido; para muchos la batalla está perdida, pero ejemplos como el de Gertruditas nos devuelven la esperanza”, comentó Ofelia Medina.
Fue apresada y torturada con colillas de cigarrillos que quemaron su cuerpo, fue interrogada. Sujeta a proceso fue sentenciada por traición a la corona española. La plaza se llamaba Vasco de Quiroga. Su cuerpo fue expuesto desnudo y dejado en la plaza para el escarnio público y como muestra de poderío de las autoridades españolas. En esa misma plaza, tiempo después, en su honor fue llamada con su nombre.
El ejército real la detuvo en 1817 cuando realizaba acciones preparatorias para la toma de la ciudad de Pátzcuaro. Los españoles la torturaron para que denunciara a los conjurados, sin embargo, Gertrudis guardó silencio hasta el día de su muerte. Los realistas la condenaron a muerte y la sentencia se cumplió en el mismo Pátzcuaro. Gertrudis Bocanegra con valentía, antes de morir, arengó al pelotón de fusilamiento y a las personas que presenciaron su ejecución para que se unieran a la causa de libertad de México. Murió el 11 de octubre de 1817.