La bailarina, coreógrafa y productora Amalia Hernández Navarro logró marcar tendencia en la danza mexicana de la segunda mitad del siglo XX llegando a convertirse en un icono para el país gracias a su obra más importante: la fundación del Ballet Folklórico de México, conocido mundialmente y utilizado como imagen nacional dentro y fuera de sus fronteras.
Amalia Hernández también participó en la fundación del Ballet Nacional y promovió la creación del Ballet Moderno de México, siempre con la idea de innovar y perpetuar las tradiciones de los bailes populares de todas las épocas y regiones en el país que la vio nacer.
Pero como ocurre con todas las personas brillantes, ni los inicios fueron sencillos ni lo tuvo fácil para desarrollar su pasión por el ballet y la danza. Amalia Hernández Navarro nació el 19 de septiembre de 1917 en la Ciudad de México; su padre fue el político mexicano Lamberto Hernández y su madre Amalia Navarro, maestra de profesión, que dio a luz a cinco hijos.
Amalia descubrió su vocación de bailarina a los ocho años y en un primer momento su padre consintió que recibiera clases privadas, pero sólo podía bailar en su casa y delante de familiares, por lo que le construyó en su hogar un estudio y tomó clases particulares de importantes maestros de danza: de Luis Felipe Obregón y Amado López aprendió danza mexicana; danza española con Encarnación López, ‘La Argentinita’, y ballet con la maestra francesa Nelsy Dambre y el ruso Hipólito Zybin.
Gracias a su madre, a los 17 años ingresó en la Escuela Nacional de Danza dirigida por Nellie Campobello, así que a sus padres no les quedó más remedio que aceptar que se dedicara a esa disciplina. Además de su sólida formación en danza clásica y moderna, Amalia Hernández se interesó por los bailes autóctonos de las diversas regiones del país, y ya como bailarina profesional empezó a desarrollar la idea de convertir el folclore mexicano en un espectáculo teatral.
Amalia Hernández abandonó la Escuela Nacional por conflictos con la directora y recurrió entonces a la maestra Estrella Morales, a cuya escuela Waldeen von Falkenstein llegó en 1939, la pionera de la danza moderna mexicana, en busca de bailarinas para formar el Ballet de Bellas Artes. Aunque Amalia fue una de las seleccionadas, su familia la retiró del grupo y le impidió participar en la experiencia. Por si fuera poco, en esos meses también contrajo matrimonio, por lo que estuvo separada de la danza durante algún tiempo.
En 1947, el Instituto Nacional de Bellas Artes fundó la Academia de la Danza Mexicana, que consideraba que el arte popular era una fuente viva de conocimiento y de carácter de lo mexicano. Amalia Hernández se unió al proyecto en 1948 como profesora con la motivación de que la institución impulsara la profesionalización de los bailarines en todas las ramas de la danza, y colaboró en la fundación del Ballet Nacional de México, dirigido por Guillermina Bravo.
Dos años después, Amalia Hernández fundó el Ballet Moderno de México y el Ballet de México, que son la simiente del Ballet Folklórico de México, creado de manera oficial en 1952 y que es uno de los emblemas del arte de la danza de México y su principal legado.
El Ballet Folklórico comenzó con ocho integrantes, pero en 1959, cuando representó a México en los Juegos Panamericanos celebrados en Chicago, ya lo formaban 50 componentes. En la actualidad, la escuela que lleva su nombre tiene más de 300 alumnos.
En los Juegos Panamericanos de Chicago, en 1959, la revista ‘Life’ le dedicó una portada a Amalia, y el entonces presidente del país, Adolfo López Mateos, ofreció a la coreógrafa el apoyo necesario para crear uno de los mejores ballets del mundo para México. Desde entonces, el grupo de Amalia Hernández fue programado semanalmente para presentar su espectáculo en el Palacio de Bellas Artes, que comenzó a ofrecer funciones dominicales, lo que se sigue realizando en la actualidad.
En 1961 el Ballet Folklórico de México obtuvo el primer lugar en el Festival del Teatro de las Naciones, en París, donde compitió contra 36 espectáculos de todo el mundo. Años más tarde, en 1968, para la Olimpiada Cultural, paralela a los Juegos Olímpicos de México, Amalia Hernández dirigió el Ballet de los Cinco Continentes y el Ballet de las Américas. El primero convocó a coreógrafos extranjeros para montajes en México y el segundo incluía obras de coreógrafos mexicanos a partir de un proceso de investigación en diversos países. Ambas nuevas compañías y sus repertorios sólo se iban a representar durante la Olimpiada Cultural, pero su éxito las mantuvo varios años en foros mexicanos y extranjeros.
En ese mismo año, 1968, abrió sus puertas el edificio vanguardista que alberga en la actualidad la escuela y el teatro del Ballet Folklórico de México, construido por el hermano de Amalia, el reconocido arquitecto Agustín Hernández, y donde se forman nuevos bailarines para la compañía y profesionales que trabajan en otros espacios.
Aunque los proyectos artísticos en los que siempre estuvo volcada Amalia Hernández fueron su escuela y su compañía, también mostró gran interés por otras manifestaciones y las apoyó; por ejemplo, contribuyó de manera generosa a la formación de muchos bailarines -becando incluso a algunos para que recibieran clases en Nueva York-, maestros y coreógrafos de la danza mexicana.
Actualmente el Ballet Folklórico de México, que ha actuado ya para más de 22 millones de personas en casi todo el mundo, sigue siendo la cumbre de la danza tradicional escénica en México, con un repertorio de más de 60 obras y con el legado de Amalia Hernández, visionaria en el desarrollo del ballet folclórico que recogió las corrientes de los bailes populares regionales de un México multicultural y las encumbró en la danza como arte del pueblo.
Amalia Hernández falleció el 4 de noviembre del año 2000 y en la actualidad el ballet lo dirigen Salvador López y una de las hijas de Amalia, Viviana Basanta Hernández.
En el año de 2017 el Ballet Folklórico de México le rindió a Amalia un gran homenaje, que incluyó presentaciones en el Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato, así como una gira nacional, en total abarcó alrededor de 30 ciudades del país. A nivel internacional, se presentó en Londres, y en países de Centroamérica y Sudamérica, cerró con un homenaje en Nueva York.
Esta noticia fue modificada el 4 abril, 2019 3:08 pm