Una auténtica boda maya
Damián Canché Pool, de oficio milpero, chiclero y apicultor, campesino en toda la extensión de la palabra, se apersonó al domicilio de la chica que le gustaba.
Visto desde el año 2020, esto es un acto suicida, sobre todo porque Damián tiene 20 años, es evangélico y se presenta a un hogar católico solicitando le autoricen cortejar a una niña de 12 años, con la que nunca ha tenido contacto más allá de un simple cruce de miradas.
Lo anterior ameritaría, además de una buena tunda, ser llevado a los separos policíacos. Sin embargo, la escena tiene lugar en Valladolid, Yucatán, en los primeros días de 1952. Es la casa marcada con el número 235 de la calle 42, en pleno centro de la Sultana del Oriente.
Aquí no hay nada raro, simplemente prevalecen los usos y costumbres del ancestral pueblo maya, que nos dice que las mujeres deben casarse a partir de los 14 y los hombres entre los 18 y 20 años.
María Luisa Loría Cano no sabe lo que es un noviazgo, pero no hace falta que lo sepa, porque quienes deciden con quién se va a casar y qué es lo que le conviene son sus padres. Suena fuerte, pero así es.
Pese a la diferencia de credos, Damián consigue el permiso para frecuentar a Luisa. Le dan un plazo de cinco meses para tratarla y si todo marcha bien, llegarán al altar.
Transcurrido el tiempo, nuevamente al más puro estilo maya, son los padres del novio quienes acuden al domicilio de ella para pedirla en matrimonio. Este protocolo tiene que hacerse en tres ocasiones y solo hasta la tercera se dará el visto bueno. Se puede llegar al acuerdo desde la primera, pero esto va contra las normas, sería como verse “demasiado fácil”.
Aceptado el enlace, se define la iglesia ¿La Católica o la Presbiteriana? Los Loría ganan la partida y el matrimonio se lleva a cabo por la mañana del viernes 16 de mayo de 1952, en la parroquia de San Gervasio, la principal de Valladolid.
“Si llegabas a los 18 años y no te habías casado, ya se te había ido el tren”.
Hoy, a 67 años de distancia, doña Luisa recuerda cada detalle de lo ocurrido esa mañana, como el desayuno de pan dulce con chocolate (extrañamente acompañado de quesos de importación enlatados), que se ofreció después de su boda, y hacia el mediodía, el tradicional y yucatequísimo relleno negro.
Agotados los festejos, los novios se trasladan a su nido de amor: una casita de palma y troncos ubicada en la población de Chemax (a 28 kilómetros de Valladolid). Por supuesto que esto no coincide con lo que Luisa tenía en mente, tan acostumbrada a vivir en el centro de la ciudad.
Además, para hacer más dramática la situación, es tiempo de lluvias y aparecen sapos por doquier. Damián es gente de campo y para él es algo normal, pero la novia, aunque maya, es cien por ciento citadina… En cuestión de días, en su nuevo hogar, Luisa cumplirá los 13 años. Con el tiempo llegarán los primeros hijos: Abraham, Lidia Esther, Daysi Noemí, Leydi, Carmita y Tomasita.
¿Doña Luisa qué hubiera pasado si usted no acepta casarse a los 13 años?
Bueno, lo que pasa es que en esa época se pensaba que debías casarte antes de los 15, porque si llegabas a los 18 y no lo habías hecho, es que ya se te había ido el tren.
LA LLEGADA A QUINTANA ROO
De junio a enero, Damián viajaba a Quintana Roo para trabajar en los campamentos chicleros de Rancho Viejo, Central Vallarta y el Ramonal. En un principio, Luisa aguardaba en casa pero siendo tan buena cocinera, no tardó en sumarse a los campamentos.
Para 1968 –dos años antes de que naciera el Proyecto Cancún– el matrimonio ya estaba establecido aquí. Por eso, al inicio de la gran obra, él se habilitó para los trabajos de desmonte y ella para darle de comer a los pioneros. Acá nacieron sus hijos José Luis y Joel David, para completar un total de ocho, de los cuales se desprenden 22 nietos y 19 bisnietos.
Durante muchos años, este matrimonio fundador de Cancún estableció su domicilio en la colonia Lombardo Toledano pero el ruido de la modernidad, los coches y el ulular de las sirenas, cansó a Damián, quien pidió a Luisa vivir en Leona Vicario, y como este sitio también creció, la pareja optó por radicar en el kilómetro 80, hacia la zona limítrofe con Yucatán.
En 2002, realizaron sus Bodas de Oro y con ello la renovación de votos. Y el sábado 24 de junio 2012, llegaron plenos y felices a sus Bodas de Diamante que llevaron a cabo en la Iglesia Evangélica del Divino Maestro.
A juzgar de los valores actuales, hace 67 años quizás no tuvieron un comienzo romántico pero, en definitiva, en una época como ésta, con matrimonios desechables, don Damián y doña Luisa han formado una pareja que supo convertir en complemento lo que para la mayoría son diferencias.
LA HISTORIA SE REPITE
El sábado 28 de noviembre de 1970, en el seno de una ciudad, en plena etapa de fundación, se presenta la primera boda de Cancún, aunque oficialmente fue registrada en Chemax, Yucatán.
Los contrayentes son el joven Ernesto Gutiérrez Beltrán, conocido como “El Chispas”, uno de los primeros soldadores de la ciudad, y la señorita Lidia Esther Canché Loría, hija de Luisa Loría y Damián Canché. La joven a quien cariñosamente se conoce como “Sandy” tiene escasos 13 años de edad.