Tina Modotti, fotografió la esencia de la cultura mexicana
Poco se sabe de la vida de Tina Modotti además de sus fotografías, ya que no quedó mucho más rastro de ella que las tres películas mudas en las que participó como actriz a principios de los años veinte; el texto donde plasmó sus ideas sobre la fotografía; las cartas que envió a su maestro, Edward Weston; los testimonios de la gente que la conoció y un par de sucesos que la prensa de ese tiempo se encargó de ensalzar, pero son datos más que suficientes para catalogarla como una fotógrafa excepcional, comprometida y adelantada a su tiempo.
Modotti era un misterio, alejada de los moldes en los que se le quería encasillar: ni politizada femme fatale ni trágica víctima del destino. Ella nació un 16 de agosto de 1896, en Údine, Italia; y una insuficiencia cardíaca la llevó a la tumba el 5 de enero de 1942, en la Ciudad de México.
Tina Modotti luchó por los derechos de la clase desposeída en varios países que no eran el suyo, pero que acabaron formando parte de su vida como si fueran su patria, por lo que se puede decir que fue italiana de nacimiento, pero también mexicana, alemana o rusa.
Tina Modotti, de origen humilde
Tina vio la luz un 16 de agosto de 1896 en Udine, al norte de Italia. Su padre era mecánico y su madre se dedicaba a las tareas del hogar, pero hasta los 12 años pudo educarse en escuelas italianas y austríacas. A partir de ahí, por los escasos recursos económicos de su familia se vio obligada a trabajar en una de las fábricas textiles de la ciudad y como la situación no mejoró, en 1913 la familia emigró a San Francisco (Estados Unidos), donde empezó a trabajar en una fábrica de seda y después como modista.
Tenía sólo 21 años cuando Tina Modotti se casa con un artista llamado Roubaix de l’Abrie Richey, conocido como ‘Robo’. Gracias a este matrimonio entra en Hollywood como actriz de películas mudas. Su marido tuvo que viajar a México por trabajo y en sus cartas le cuenta a Tina las maravillas del país, algo que fue decisivo para que viajara ella después. ‘Robo’ muere de viruela en 1922 y en esos momentos la joven Tina ya se interesa por la fotografía, lo que unido a la fascinación que sentía en esos momentos por el fotógrafo estadounidense Edward Weston, amigo de su esposo y de quien se enamora, acrecienta ese interés.
Edward Weston era, en aquellos inicios de los años veinte, un fotógrafo bastante reconocido, ya que tenía un estudio propio desde el que producía los retratos que eran la principal fuente de su trabajo, pero también era un artista ocupado en encontrar un vocabulario propio, distinto del estilo que dominaba la fotografía de la época.
Por su parte, Tina Modotti, diez años más joven, era una actriz que venía del cine mudo y que, por cuestiones del destino, se volvió, primero, modelo de Weston, después su alumna, luego su asistente y, finalmente, su amante. Juntos, decidieron abandonar California -y dejar allí a la mujer e hijos de Weston- para probar suerte en México. El ‘affaire’ terminó a los cuatro años; cuando Weston volvió a Estados Unidos y Modotti comenzó su periplo como militante comunista.
Tina impacta a los mexicanos y a ella la impacta México
Tina tenía una forma muy especial de caminar, de hablar, de vestir, y hasta de bañarse desnuda en la azotea… Todo en ella era llamativo y sensual, y más para los mexicanos, poco acostumbrados a una mujer con esas características en aquella época. A la joven artista le impactó tanto México que quiso plasmarlo en imágenes como un homenaje, aunque no sólo captó sus formas estéticas, sino que retrató la visión de un país lleno de miseria e injusticia.
“Había un café donde solían reunirse políticos, toreros, criminales y actrices de vodevil. Pero la persona más espectacular de todas era una fotógrafa, modelo, cortesana de alto coturno y Mata Hari de la Komintern”. Así describe el poeta Kenneth Rexroth a Tina Modotti en sus memorias. Seguramente no era el único que pensaba que ella era todas esas cosas. En la época en que vivían -entre una guerra y otra- no era frecuente ver a una mujer hermosa y con ideas radicales acerca de casi todo (sexualidad, educación, clases sociales, arte) pasearse con desenfado, cámara en mano, por los círculos artísticos e intelectuales de Ciudad de México.
Lo que Tina Modotti y Weston lograron en México fue registrar la quintaesencia de las cosas, en lugar de “un aspecto superficial o pasajero”, y para lograrlo se dispusieron a retratar los objetos ordinarios, como un retrete, una cebolla o un caracol, desapareciendo las escenas de grupo, los paisajes y los retratos, aunque no las formas humanas. La idea era jugar con las formas, detenerlas antes de que se tornaran incomprensibles y volverlas sujetos de la más detallada inspección fotográfica.
Documentando el muralismo mexicano
A Tina Modotti la fotografía empezó a servirle para hablar de asuntos que le importaban y, así, sus imágenes fueron adquiriendo un cariz político, de denuncia. Se convirtió en la fotógrafa elegida para el floreciente movimiento mural mexicano, documentando las obras de José Clemente Orozco y Diego Rivera. Su vocabulario visual maduró tanto como sus experimentos formales, con interiores arquitectónicos, flores y paisajes urbanos, y especialmente en sus muchas imágenes de campesinos y obreros.
En 1927 se afilió al Partido Comunista Mexicano y hasta 1940 trabajó como editora colaboradora y fotógrafa de la revista ‘Folklor Mexicano’. Un año después comenzó un romance con el revolucionario cubano Julio Antonio Mella, pero falleció asesinado en 1929 y ella fue acusada de ser cómplice del asesinato aunque fue declarada inocente después.
Al año siguiente, sin embargo, la acusaron de haber tomado parte en el intento de asesinato de Pascual Ortiz Rubio, presidente de México, por lo que es expulsada del país. De allí salió acompañada del líder comunista Vittorio Vidali con destino a Alemania.
En Berlín Tina Modotti se hace miembro de la Unión de Fotógrafos de Prensa y publica sus imágenes en ‘Der Arbeiter-Fotograf’, pero decide abandonar la fotografía por el activismo político mientras se encuentra en Moscú trabajando para la Cruz Roja Internacional de la URSS. Poco después, en 1934, viaja a España y al comenzar la Guerra Civil forma parte del Quinto Regimiento, donde mantiene que para ella no es compatible el arte con la violencia de los acontecimientos.
Vuelve a México, como asilada;
Cárdenas anula su expulsión
En 1939 Tina regresó como asilada a México, donde continuó su actividad política a través de la Alianza Antifascista Giuseppe Garibaldi. Un año después, el presidente Lázaro Cárdenas anuló su expulsión.
Murió, en extrañas circunstancias -unos dicen que de un ataque cardíaco y otros que debido a una purga comunista-, el 5 de enero de 1942 en el interior de un taxi que la llevaba a casa. Tenía sólo 46 años.
Tina Modotti, una mujer símbolo de México y al que le destinó la mayor parte de su obra, fotografiando objetos cotidianos ambientados en nuestro país; en su lápida, ubicada en el panteón Dolores de la Ciudad de México, se lee un verso de Pablo Neruda:
“Tina Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes;
tal vez tu corazón oye crecer la rosa
de ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa”.
Inauguran en el Senado muestra fotográfica
La escritora y periodista mexicana Elena Poniatowska recordó que la fotógrafa Tina Modotti, de quien ha estudiado a fondo su vida y obra, “vivió entre nosotros la etapa esencial de su vida, tanto amorosa como artística”.
Sus fotografías, dijo al inaugurar “Tina Modotti. Sensibilidad y crítica” en la sede de Xicoténcatl 9 del Senado de la República, son de México y son mexicanas, y retrató los murales de José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.
Además de posar para los murales de Diego Rivera en la sede de la Secretaría de Educación Pública “retrató a los mexicanos más olvidados, a las mujeres y a los niños de Tehuantepec, los mítines de campesinos, a las pulquerías y a los albañiles”.
Su amor y admiración por México y su cultura la hizo capturar en sus imágenes a Frida Kahlo, a la guitarra, al martillo y a la hoz, a la mazorca y a los ensombrerados que en esos años leían con interés el periódico comunista El Machete, que hacía Rafael Carrillo.
Para Poniatowska, ese personaje llama poderosamente la atención porque empezó a retratar cosas muy estéticas, como una flor de manita y alcatraces, “y a medida que entró en ella la ideología y todo México, fue cambiando totalmente lo que fotografió”.
En cuanto al amor, Tina vivió en México vivió con el fotógrafo Edward Weston, luego con el muralista y grabador Javier Guerrero y finalmente con Julio Antonio Mella, el héroe dirigente juvenil cubano con quien compartió cuatro meses antes de su asesinato, rememoró la escritora.
Para Diego Rivera posó desnuda y la retrató en los murales de la ex capilla de la Escuela de Agricultura de Chapingo. También escandalizó a México al ser la primera mujer en posar desnuda para su maestro Edward Weston en una azotea de la Avenida Veracruz, que aún existe.
Luego Poniatowska recorrió la exposición que reúne 40 fotografías de la artista, provenientes del acervo del Museo Nacional de Arte (Munal). De ellas 12 son inéditas, de acuerdo con el organizador Bernardo Noval.
La muestra está organizada en cinco núcleos temáticos a través de los cuales el curador David Eduardo Caliz Manjarrez planea visibilizar la obra y vida de Modotti. “Si ella estuviera viva seguramente estaría muy agradecida y contenta porque toda su obra la hizo en México”, remarcó la ganadora del Premio Cervantes.