Nellie Campobello, narradora de la Revolución Mexicana
Nellie Campobello pasó a la historia por ser una mujer emprendedora que destacó en varias ramas artísticas, como la literatura y la danza, en las que tuvo un papel sobresaliente en un momento histórico en el que las mujeres no estaban presentes en los cambios sociales. Por desgracia, también aumentó su fama su misteriosa desaparición y trágica muerte, ambas esclarecidas tiempo después.
Nellie Campobello nació el 7 de noviembre de 1900 en Villa Ocampo (Durango) y fue bautizada como Francisca Ernestina Moya Luna. Su nombre artístico se cree que fue tomado de una perra que tenía por mascota su madre y que se llamaba ‘Nellie’ y el de Campobello de su padrastro Jesús Campbell Morton.
De lo que no cabe duda es de que a Campobello se la conoce como la narradora de la Revolución Mexicana y la precursora del ballet en México, ya que bajo su dirección, su hermana Gloria Campobello (Soledad Campbell Luna) llegó a ser considerada la primera bailarina de México.
Descubre la danza y se desarrolla
La infancia de Nellie y sus hermanos transcurrió en Villa Ocampo y posteriormente en Hidalgo del Parral y Chihuahua, que son los escenarios de sus obras más famosas: ‘Cartucho’, ‘Las manos de Mamá’ y ‘Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa’. Tras la muerte de su madre la familia se muda a Ciudad de México a finales de 1923, y es allí donde Campobello descubre la danza junto a su hermana y desarrolla su prolífica carrera después de estudiar en una escuela inglesa, tomar clases de ballet y relacionarse con intelectuales y artistas.
El presidente Lázaro Cárdenas le encomendó una coreografía que representara la conmemoración de la Revolución Mexicana y así, en noviembre de 1931, Campobello presentó el ‘Ballet 30-30’ en el Estadio Nacional. La representación la formaron estudiantes de la Escuela Plástica Dinámica (hoy Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello) y niños de primaria que simbolizaban al pueblo, mientras que Nellie, vestida de rojo, representó a la Revolución.
Escritora de la Revolución
En 1937 Nellie Campobello fue designada directora de la Escuela Nacional de Danza, cargo que ocupó hasta 1984 con innumerables obras propias y adaptaciones que resultaron un éxito. Junto con Martín Luis Guzmán y José Clemente Orozco, Campobello fundó el Ballet de la Ciudad de México, que se presentaba en el Palacio de Bellas Artes, y en el que colaboraron artistas como Carlos Chávez, Julio Castellanos, Carlos Orozco Romero y Roberto Montenegro. Entre los muchos alumnos que tuvo Nellie se encontraban Guillermina Bravo, Amalia Hernández, Josefina Lavalle, Dina Torregrosa, Emma Ruíz, Rosa Reyna y Martha Bracho.
Pero a Nellie se le considera, por encima de todo, como la escritora de la Revolución. En su libro ‘Cartucho, relatos de la lucha en el norte de México’, la historia nos la cuenta una voz infantil. Se supone que se trata de una niña de entre ocho y diez años y ese aspecto es lo que aporta originalidad y valor a la novela, al ser una voz que denota ingenuidad, inocencia y frescura.
‘Cartucho’, escrita para “vengar una injuria”
Publicado en Xalapa en 1931, el libro ‘Cartucho’ narra la historia de la Revolución Mexicana destacando el retrato de la personalidad de las mujeres en medio del conflicto. Nellie Campobello explicó en su momento que escribió ‘Cartucho’ para “vengar una injuria”, ya que tras el fin de la Revolución algunos personajes fueron juzgados de manera maniquea según el grupo en el poder, entre ellos Francisco Villa, ídolo de la infancia de Campobello. Tal fue la admiración a Doroteo Arango, más conocido como ‘Francisco Villa’, que en su honor escribió en 1940 ‘Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa’.
Otra de sus obras más famosas es la que dedicó a su madre, Rafaela, en 1937, un relato sobre la educación de los hijos en tiempos de guerra, y que tituló ‘Las manos de mamá’. La propia Nellie Campobello dijo sobre esta obra que “la compuse para pagar una deuda, una deuda contraída con ella, con mamá”.
Tuvo un final trágico
Durante la década del 30 también colaboró en los periódicos Últimas noticias y El Universal Gráfico, con artículos de opinión sobre la vida política del país y sobre sucesos y noticias llamativas.
Pero la vida de esta mujer valiosa y precursora en la historia de la danza y de la literatura en México tuvo un final trágico. A los 84 años desapareció de la vida pública y de los lugares que frecuentaba y nadie supo más de ella. Estuvo desaparecida desde 1986 hasta 1999.
Después de una exhaustiva investigación se supo la verdad: Nellie murió el 9 de julio de 1986 en el poblado Villa de Obregón, estado de Hidalgo, donde fue enterrada. Sus últimos dos años de vida fue secuestrada por Claudio Niño Cienfuentes y su esposa, una exalumna de Campobello, María Cristina Belmont. Fue privada de libertad y, valiéndose de su vejez, enfermedad, soledad y ausencia de herederos directos, fue obligada a firmar un testamento para que ellos cobraran su pensión.
Después de saborear la gloria del éxito durante muchos años, Nellie Campobello (1900-1986), la reconocida bailarina y escritora, desaparece un buen día sin una razón aparente. Su alumna María Cristina y su marido Claudio la mantienen encerrada, bajo el efecto del alcohol y de las drogas.
Las autoridades exhumaron los restos de Nellie Campobello, le organizaron un homenaje póstumo en el Palacio de las Bellas Artes el 27 de junio de 1999 y la trasladaron a su ciudad natal, Villa Ocampo, donde el gobierno estatal hizo un monumento en su honor y la declararon Hija Distinguida de la localidad que la vio nacer.
Revelación de una historia de horror
Durante una docena de años, Nellie Campobello fue una figura misteriosa, escritora legendaria y coreógrafa de «la edad de oro de México», que hablaba solamente con Claudio Fuentes Figueroa, un hombre que fue acusado en el pasado de haberla secuestrado.
Campobello murió hace 33 años y sus restos fueron localizados en una tumba apenas marcada, por lo que las autoridades buscan a Fuentes Figueroa, quien desapareció, (posteriormente fue arrestado pero también exonerado del caso), al igual que el tesoro de obras de arte que poseía la escritora.
Campobello fue una luminaria de la edad de oro de la cultura mexicana moderna, entre la década de los años 20 y 50 de este siglo. Fue contemporánea y amiga de Diego Rivera, Frida Kahlo y José Clemente Orozco.
“Esta es una historia de horror, una saga de cinismo, arrogancia y monstruosidad moral. Fuentes Figueroa fingió durante tantos años que estaba viva”, dice el escritor Carlos Monsivais, que firmó a principios de este año una petición a las autoridades para que buscaran a Campobello.
Un asesino suelto y que logró burlar a la ley
De acuerdo a los investigadores en 1998, informaron de que no habían podido dar con Fuentes Figueroa. El entonces fiscal general de la capital mexicana, Samuel del Villar, dijo que se había solicitado una orden de arresto contra él.
Durante al menos esos 12 años, Fuentes Figueroa a menudo relataba que había conversado recientemente con Campobello, diciendo que llevaba una vida de reclusión en el estado rural de Hidalgo, en México central.
En agosto de 1998, incluso, se ofreció a guiar a los investigadores hasta la residencia de la artista, pero a mitad de camino cambió de parecer y se negó a seguir adelante.
En 1999, las autoridades anunciaron haber hallado a Campobello, sepultada en un cementerio rural, en una tumba que únicamente tenía sus iniciales. Un certificado de defunción librado en una población cercana consigna que murió de un paro cardíaco a los 86 años, el 9 de julio de 1986. En el certificado aparece la firma de Fuentes Figueroa, como testigo.
El misterio de las obras de arte de Campobello, que Carlos Monsivais describía como “tesoros nacionales”, subsiste, sin embargo.
Un secuestro denunciado el consejo de las artes
Monsivais describe la última década de la vida de Campobello como similar a la del protagonista de la película estadounidense ¿Qué pasó con Baby Jane?, cuya vida era vigilada por una hermana abusiva. Campobello vivía en una destartalada mansión del centro de la capital de México, vigilada por Fuentes Figueroa y su esposa.
Fuentes Figueroa tenía un poder notarial para obrar en nombre de Campobello, de quien se calificaba compadre. No está claro cómo ni cuándo se conocieron.
Campobello había quedado reducida a condición de “infanta temerosa” la última vez que Monsivais la vio en público, durante las audiencias habidas en 1985 a raíz de cargos instituidos por el consejo gubernamental de las artes, que acusó a Fuentes Figueroa de haberla secuestrado.
Dichos cargos fueron desestimados por falta de pruebas. En septiembre de 1997, Fuentes Figueroa hizo una denuncia policial de robo de obras de arte por millones de dólares, obras entre las que se contaba una pintura de Orozco, realizada en 1936, en homenaje a la muerte del poeta español Federico García Lorca.
El entonces vocero de la Fiscalía General de Ciudad México dijo que se investigaba la posible criminalidad del caso. El investigador a cargo del respeto de los derechos humanos, Alejandro de la Portilla, dijo que “lo fundamental ahora es exhumar su cuerpo y llevar a cabo una autopsia. Han pasado 12 años y es posible que hayan desaparecido posibles rastros de violencia”, cuestión que concluyó con que había sido alcoholizada y drogada en el tiempo que la tuvieron plagiada.
La escritora Elena Poniatowska opinó que el cautiverio de Campobello bien puede haber durado más de lo que muchos creen que duró. “Creo que estuvo a merced de esos dos (Fuentes Figueroa y su esposa) desde que comenzó a ponerse vieja”.
Huellas de la pionera
“Nellie Campobello fue una pionera. Fue la primera persona en revivir las danzas folclóricas mexicanas y los bailes indígenas”, dice la escritora Elena Poniatowska. Campobello fundó uno de los Ballets Folclóricos de México, y ocasionalmente Orozco le pintaba las escenografías.
Las dos novelas de Campobello, Cartucho y Las manos de mi madre, no atrajeron mayor atención cuando aparecieron, pero actualmente constituyen lecturas obligatorias en decenas de universidades.
“Por tratarse de una mujer en México, país de machismo, nadie le prestó atención como escritora”, relató Poniatowska. En los últimos años de su vida, poca gente llegaba a verla siquiera.