Desde siempre, los huracanes han conformado un apartado especial en la historia de Quintana Roo. El “San Hipólito”, en 1903; el “Janet”, de 1955; el “Beulah”, de 1967; el “Gilberto”, de 1988; el “Wilma”, de 2005, y el “Dean”, de 2007, marcaron parteaguas en la historia de la entidad, pues después de su paso destructor ya nada fue igual.
La temporada ciclónica comienza el primero de junio de cada año y termina (aparentemente) hasta el 30 de noviembre, pero históricamente se han presentado tormentas en todos los meses del año, excepto en marzo.
Los meteoros también ocurren en invierno. En 1954, el “Alice” trascendió de un año a otro. Se formó el 30 de diciembre y viajó hacia el suroeste, pasando cerca de las Islas Vírgenes y desapareció el 5 de enero de 1955, al suroeste de la República Dominicana.
El conocido y frecuentemente mencionado huracán “Ciriaco” duró un mes completo. Nació el 2 de agosto de 1899, al suroeste de Cabo Verde y luego de azotar a las Antillas Menores, a Puerto Rico y de rozar la costa este de los Estados Unidos, giró hacia el este, pasando al sur de las Azores y murió en el Mar Mediterráneo, en Europa, la primera semana de septiembre.
Estudios realizados de entre 1870 a la fecha, concluyen que la Península de Yucatán es el área del hemisferio con categoría de extrema frecuencia en impacto de huracanes, y septiembre es el mes de mayor incidencia.
El primer huracán registrado en la historia ocurrió en junio de 1494, durante el segundo viaje de Cristóbal Colón. Este huracán hundió dos embarcaciones en la Bahía de Isabela, en la República Dominicana. En ese momento, Cristóbal Colón viajaba en otra embarcación al sur de Cuba.
Al año siguiente, en la misma bahía, seis carabelas fueron destruidas por un ciclón, quedando solo sin destruir “La Niña”.
Un huracán no muere con su entrada a tierra. “Camille” –por ejemplo– entró a la Unión Americana por el Golfo de México, el 17 de agosto de 1969, con vientos de 305 kilómetros por hora, pasó por varios estados y salió con vida por el Atlántico norte, dejando una estela de muertes de 259 estadounidenses. Lo anterior pudiera parecer una cifra pírrica si tomamos en cuenta que el más trágico de la historia ocurrió en el norte de la Bahía de Bengala, el 7 de octubre de 1737, cuando murieron 300 mil personas.
La palabra huracán proviene del vocabulario utilizado por los indios caribes y otras tribus que habitaban el Caribe, Centro y Sur América. El dios maya del mal tiempo se llamaba Hunraken; la tribu quechua le decía Huracán al dios de truenos y rayos; los taínos llamaban al dios del mal Juracán; en una tribu haitiana, el huracán significaba espíritu malo; los indios galibi de las Guayanas francesas y holandesas usaban la palabra Hyroacán para el diablo; y otras palabras que utilizaban los caribes para huracán era Aracán, Uricán y Huiranvucán, que significan viento poderoso.
Los primeros registros vienen de los antiguos navegantes, quienes influenciados por la Iglesia Católica empezaron a nombrarlos de acuerdo con el nombre del santo que se festejaba el día del impacto.
Antes del comienzo del siglo XIX, un meteorólogo de Australia, ClementWragge, comenzó a utilizar nombres de mujeres. Durante la Segunda Guerra Mundial, quizás influenciado por el libro “Store”, de George Stewart, publicado en 1941, la costumbre de utilizar nombres femeninos para referirse a ciclones se propagó entre los meteorólogos de la Marina y Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
Sin embargo, en 1951 se comenzó a utilizar el alfabeto fonético (“Able”, “Baker”, “Charlie”, etcétera), pero se abandonó después de dos años, ya que cambió el alfabeto internacional y todavía tenían el problema de que se repetían los nombres asignados a los huracanes.
En 1953, el Servicio Nacional de Meteorología oficialmente comenzó a usar nombres de mujeres para huracanes. En 1978, nombres de mujeres y de hombres alternados se comenzaron a utilizar en los países que habitan el Pacífico Norte, y la práctica fue adoptada en el 1979 en los países que bordean el Atlántico Norte.
Actualmente, solo se utilizan seis listas de nombres en orden alfabético de nombres de mujeres y hombres alternados. Las listas se repiten en el séptimo año. Por ejemplo, en este año de 2019, estamos utilizando la misma lista de nombres que se utilizó en 2013 y 2007.
Los nombres de los huracanes que causan daños a propiedad o muertes, son retirados y la Organización Mundial de Meteorología escoge otros para reemplazarlos.
Para este año, la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera (NOAA, por sus siglas en inglés), predice una temporada de huracanes en el Atlántico casi normal, con un rango probable de 9 a 15 tormentas tropicales con nombre, de las cuales 4 a 8 podrían convertirse en huracanes, incluidos 2 a 4 huracanes principales (categoría 3, 4 o 5). NOAA proporciona estos rangos con un 70 por ciento de confianza.
Una temporada de huracanes promedio produce 12 tormentas con nombre, de las cuales seis se convierten en huracanes, incluidos tres ciclones principales.
Esta noticia fue modificada el 4 junio, 2019 11:38 pm