El 8 de mayo de 1980, la Organización Mundial de la Salud (OMS) daba la estocada final a la viruela. “Todos los pueblos están liberados de la viruela”, así anunció.
“Su erradicación representa el mayor triunfo en la historia de la sanidad pública”, declaró la semana pasada el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Esa victoria “nos recuerda lo que es posible cuando las naciones se unen para luchar contra una amenaza sanitaria común”, añadió.
El virus de la viruela se transmite por gotas de saliva, aerosoles y, en menor medida, por la ropa contaminada.
Cuatro décadas después de su erradicación, el Covid-19 ha paralizado al mundo, lo que nunca hizo la viruela, con una tasa de letalidad de 30%, dejando más de 300 millones de muertos tan sólo en el siglo XX.
“Podemos aprender mucho de la viruela para el Covid-19 sobre el rastreo de casos, el aislamiento de enfermos y el confinamiento de sus contactos”, explicó la doctora Rosamund Lewis, responsable de la sección viruela en la OMS.
Cuando la OMS lanzó el programa intensivo de erradicación en 1967, los expertos “iban de puerta en puerta” para buscar enfermos, afirmó Lewis. Ahora el rastreo se hace por medio de aplicaciones o llamadas telefónicas.
La vacuna contra la viruela fue desarrollada a fines del siglo XVIII, cuando un médico británico descubrió que la inoculación del virus de la viruela de la vaca (llamado vaccinia) protegía a los humanos.
La vacunación fue “el elemento principal de la victoria” contra el virus, destacó Angela Teresa Ciuffi, del Instituto de Microbiología de la Universidad de Lausana.
El último caso de viruela mayor se registró en 1975 en Bangladesh y el último caso de viruela menor en 1977 en Somalia. Sin embargo, en 1978, una fotógrafa médica británica que trabajaba cerca de un laboratorio que investigaba la viruela se infectó y murió.