La comida está servida. El menú: verduras con pollo en un caldo bien sazonado con tortillas calientes y agua de fruta de temporada. Somos doce, pero solo estamos seis a la mesa, los demás están haciendo pan o han salido a vender hojaldras, actividad de la que depende en gran parte la manutención de la casa. Estamos en el Albergue para varones Casas de Misericordia y la dinámica al interior impulsa la comunión con Cristo.
Hace un año exactamente que abrió sus puertas para aquellos hombres sin hogar, o en todo caso, víctimas de alguna adicción, causa de la fracturación de sus familias. A decir del pastor Joel Fuentes Cruz, líder de la iglesia Pentecostés “Jesucristo Fuente de Vida” –que acaba de celebrar su segundo aniversario–, la idea surge de la necesidad de ayudar a quienes inútilmente claman por apoyo sin hallarla, en medio del dolor, el miedo y la oscuridad.
Aclara que no se trata de un anexo ni una clínica de desintoxicación, sino de un hogar de recuperación donde se propicia el acercamiento con Dios/Jehová mediante la lectura de las Escrituras, la solidaridad entre sus miembros y una colaboración activa para el sostenimiento de la casa.
De hecho, las actividades inician a las cinco de la mañana con la lectura de salmos, oración y canto de alabanzas, para alivio y regocijo del espíritu.
Son doce habitantes en la casa: un padre con su pequeño hijo, un hombre invidente, otro seriamente afectado en su motricidad, algunos jóvenes de violento historial y hoy convencidos de su Fe, entre otros. Todos han llegado presas de la angustia para encontrar algo de paz. Los cánticos y alabanzas son exaltaciones a Jehová, mientras los momentos de oración son catárticos y liberadores, por no decir generosos.
Entre ellos igual hay un católico, que permanece en silencio, en íntima comunión con Dios. Al fin cristianos, con más coincidencias que diferencias, en el albergue se tiende una mano generosa para todo aquel en estado de excepción que desee un cambio radical de vida para recuperar salud y familia.
Ubicado en la colonia Maracuyá de la Supermanzana 224, la estancia en el albergue es voluntaria y completamente gratuita, a los habitantes de la casa se les permite salir a trabajar, comprar y desarrollar actividades diversas, siempre que no rompan una rutina establecida que incluye acudir tres veces a la semana a los servicios religiosos del templo.
El Pastor nos dice que su forma de trabajar se da en tres vertientes: por medio de recorridos para ubicar a varones en situación de calle, por atracción mediante la difusión del Mensaje y a través de la recomendación de sus mismos integrantes y familiares. Al día de hoy, son ya 120 los varones que han aprovechado la oportunidad de Vida que el albergue brinda a quienes se dejan ayudar, y al menos uno de ellos ha cumplido ya un año viviendo en la casa y es el líder natural del grupo.
En el día se escuchan alabanzas a través de la radio, mientras aquellos que permanecen en casa se dividen las tareas. El cocinero es excelente, activo y dedicado; los panaderos afanosos preparan la masa para el pan y las hojaldras que unos saldrán a vender al tianguis u ofreciendo su rico producto por las calles; otros lavan, algunos reposan o ven la tele en ciertos horarios, disfrutan de alguna película de acción y comentan entusiasmados las escenas. Se respira calor de Hogar.
Los habitantes de la casa cuentan con camas y colchones para dormir, así como servicio de agua potable. Por la noche, frecuentemente, algunos se reúnen en torno a la mesa del comedor para disfrutar una taza de café. Pero lo mejor es la compañía y la seguridad de un techo.
El Pastor aprovecha para manifestar su deseo de ofrecer ayuda con mayor calidad e invita a la comunidad a colaborar en especie con ropa, medicamentos e incluso algunas literas que permitieran optimizar el espacio para albergar a más personas necesitadas.
Si usted desea apoyar esta noble causa, pedir informes o concretar una visita al albergue, puede comunicarse al teléfono 9982 92 78 58.
Esta noticia fue modificada el 24 diciembre, 2019 10:04 pm