Carmen Serdán, heroína revolucionaria que prendió la mecha
María del Carmen Serdán Alatriste; nace el 11 de noviembre de 1875 en Puebla de Zaragoza, en el seno de una familia poblana acomodada y de ideales democráticos; heroína de la Revolución Mexicana de 1910 entre cuyas cualidades se destaca su fortaleza, la tenacidad de su carácter, su brío y valor, con las que prendió la mecha en la lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz.
Hija de Manuel Serdán y Carmen Alatriste, su madre contaba entre sus ancestros con un ilustre general, el liberal Miguel Cástulo Alatriste, bisabuelo de la pequeña Carmen. Tras las primeras letras, recibió una cuidada educación en el Colegio Teresiano. La prematura pérdida del padre cuando contaba siete años de edad forjó el fuerte carácter de Carmen, que tuvo pronto que asumir responsabilidades familiares y ocuparse de sus hermanos menores, Natalia, Aquiles y Máximo.
Junto a su hermano Aquiles, que lideraba el alzamiento en Puebla, participó en el primer enfrentamiento armado de la Revolución. Carmen Serdán contribuyó a la causa revolucionaria desde el Partido Anti-Reeleccionista.
En forma clandestina, Carmen dedicaba las noches a pegar propaganda contra la dictadura de Porfirio Díaz y repartía pólvora y dinamita entre los inconformes, también hizo tareas de estafeta con el seudónimo de Marcos Serrato.
Eludiendo a la guardia porfirista
En el ocaso de la dictadura porfirista, los hermanos Serdán abrazaron la causa anti-reeleccionista que lideraba Francisco I. Madero. En 1909 Aquiles Serdán fue elegido presidente de la sección de Puebla del Partido Nacional Antirreleccionista. Como tal estaba en el punto de mira de las autoridades, a las que había logrado eludir gracias a sus tretas y la ayuda de Carmen, quien por otra parte se ocupaba de las labores de propaganda y de la compra y distribución de armas y explosivos entre los seguidores de la causa, tareas que desempeñaba con el pseudónimo de Marcos Serrato. Con ese mismo alias colaboró en la publicación clandestina No-reelección.
Carmen Serdán no limitaba su trabajo a estas tareas, elaboraba bombas y hacía transacciones para la compra de rifles y pistolas para proveer de armas a las fuerzas revolucionarias.
Entretanto, su radical oposición a la dictadura de Porfirio Díaz había llevado a Francisco I. Madero a la cárcel (1910). Madero huyó a Texas y organizó desde allí la Revolución. Carmen y Aquiles Serdán se dirigieron a Texas para recibir instrucciones; por el camino tuvieron noticia del Plan de San Luis, llamamiento que Madero dirigía al pueblo mexicano para que se levantase en armas a las seis de la tarde del domingo 20 de noviembre. Madero encargó a Aquiles Serdán preparar el alzamiento revolucionario en Puebla.
Un error los delata y prende la chispa revolucionaria
De regreso a Puebla, el disparo accidental de un arma en casa de los Serdán levantó nuevas sospechas sobre las actividades que allí se desarrollaban.
El 18 de noviembre de 1910 cinco policías se presentaron en el domicilio con orden de detener a Aquiles Serdán; el tiroteo que se desató forzó a las autoridades a enviar más efectivos.
Los hermanos Serdán, Carmen, Aquiles y Máximo, defendieron su casa de las fuerzas porfiristas y ella resultó gravemente herida al subir a la azotea para proveer de “parque” a los revolucionarios, refugiados en la azotea, que en ese momento custodiaban a uno de los mayores ideólogos y dirigentes de la revolución, su hermano Aquiles.
Tras varias horas de fuerte resistencia, los federales tomaron la casa. Carmen, su madre y su cuñada Filomena del Valle fueron conducidas primero a la cárcel de la Merced y luego al hospital de San Pedro. Su hermano Máximo y los demás hombres habían caído en el asalto. La madrugada del 19 Aquiles Serdán, que se había ocultado en el sótano, fue abatido cuando intentaba abandonar su escondrijo.
La lucha de Carmen Serdán por la causa revolucionaria proseguiría en los años siguientes. En 1913, tras el golpe de estado de Victoriano Huerta, formó parte de la Junta Revolucionaria de Puebla.
En 1914 se entrevistó con Venustiano Carranza, primer jefe del Ejército Constitucionalista, y apoyó su partido trabajando como enfermera en los hospitales militares.
Carmen estudió en el Colegio Teresiano, donde aprendió a leer y escribir, la situación económica de su familia le permitió acceder a estas artes que se consideraban innecesarias para las mujeres de su época.
Por su valor simbólico (fue el punto en el que tuvieron lugar los primeros combates de la Revolución Mexicana), la casa de los Serdán sería luego convertida en el Museo de la Revolución de Puebla.
Carmen Serdán participó activamente en la lucha revolucionaria y murió el 21 de agosto de 1948 a la edad de 73 años. Los únicos reconocimientos de su paso por la historia son su nombre en letras de oro en el Congreso de la Unión y una estatua en Monterrey, donde se le representa disparando su carabina.