El impacto del asteroide que formó el cráter de Chicxulub, en México, relacionado con la extinción de los dinosaurios, tuvo la inclinación “más letal” posible, con un ángulo de entre 45 y 60 grados sobre el suelo, según un estudio publicado en la revista Nature Communications.
La investigación, liderada por el profesor Gareth Collins, miembro del Departamento de Ciencia e Ingeniería Terrestre en el Imperial College de Londres, revela que la trayectoria de la colisión maximizó la cantidad de gases de efecto invernadero liberados a la atmósfera.
En una nota de prensa, Collins señala que sucedió “lo peor” que podía haber ocurrido y el impacto inició una cadena de eventos que se cree que terminó con la extinción de los dinosaurios y del 75 por ciento de la vida en la Tierra hace aproximadamente 66 millones de años.
Su equipo de trabajo realizó varias simulaciones 3D, con las que consideró diversos ángulos en los que el asteroide podría haber alcanzado la superficie terrestre y formado el cráter Chicxulub.
Según los datos recopilados, concluyó que el meteorito llegó desde el noreste con una inclinación que provocó una gran expulsión de material y de gases, en comparación con el resto de escenarios estudiados.
Los misterios de los cenotes son desconocidos para muchos de sus visitantes, pero también para muchos de los habitantes de Yucatán.
A mediados de la década de los 80, cuando un grupo de arqueólogos estadounidenses examinaba imágenes satelitales que mostraban la península de Yucatán, en México, no sabían cómo interpretar una imagen que los descolocó por completo: un anillo casi perfecto de unos 200 km de ancho.
Los cenotes, esos depósitos de agua de manantial azules, son un elemento básico de los folletos turísticos de Yucatán y se repiten en este paisaje árido abriéndose paso por las vastas llanuras de Yucatán, un estado de bosque seco y bajo en el extremo este de México. Vistos desde el espacio, forman un arco en forma de medio círculo, como hecho por un compás.
Los arqueólogos descubrieron este patrón -que circunda la capital de Yucatán, Mérida, y las ciudades portuarias de Sisal y Progreso- casi de forma casual, mientras intentaban comprender qué había sido de la civilización maya que una vez había gobernado la península.
Los mayas usaban los cenotes como forma de suministro de agua potable, pero la extraña disposición circular de los hoyos que se podía ver en las imágenes satelitales dejó perplejos a otros investigadores y especialistas durante el “Simposio Latinoamericano de Sensoramiento Remoto”, celebrada en Acapulco en 1988.
Con información de agencia EFE y BBC Londres
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