Acoso escolar, daño irreversible que puede prevenirse
Conocimos a Quaden Bayles, un pequeño australiano de 9 años que nació con acondroplasia -un orden genético que resulta en enanismo-, gracias al desgarrador video anti-bullying publicado por su madre, Yarraka Bayles, mientras solloza en el automóvil familiar después de que otro niño en su escuela se burlara de su altura. «Desearía poder apuñalarme en mi corazón«, dice Quaden entre lágrimas. «Quiero que alguien me mate».
Yarraka dijo que quiso compartir el video para crear conciencia sobre el acoso escolar y obtener consejos de otros padres sobre cómo lidiar con los efectos que han derivado en intentos de suicidio de su hijo.
Su experiencia subraya una dolorosa verdad: Los niños, a pesar de su inocencia e inexperiencia en el mundo, pueden ser algunos de los acosadores más potentes. Sus acciones, quizás menos obstaculizadas por las normas sociales que aprendemos en la edad adulta, pueden ser despiadadas, violentas e impactantes, y pueden tener implicaciones de por vida en las víctimas.
De acuerdo con la ley mexicana, el llamado acoso escolar ha sido tratado desde una perspectiva psicológica y solo en casos especiales resulta en sanciones administrativas contra los agresores. En México, diferentes estados del país tienen leyes que abordan el tema, pero no existe una armonización legislativa para tratar el acoso escolar.
El alcance de estas leyes no cubre los derechos humanos de las víctimas, como el derecho a la vida, a la integridad física y moral y, en última instancia, a la dignidad de la persona. Esto se debe a que, en términos de acoso escolar, el sistema legal en México se reduce a recomendaciones que solo castigan el comportamiento del agresor, obviando una reparación integral sobre la base del interés superior del niño.
¿Qué hace que un niño se convierta en un acosador?
“Durante mucho tiempo pensamos que solo había un tipo de acosador: un niño muy agresivo que tenía problemas de autoestima que pueden provenir de un hogar violento o un hogar negligente», dijo Dorothy Espelage, profesora de educación en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.
Si bien la violencia doméstica y la agresión entre hermanos siguen siendo factores de riesgo para que los niños se conviertan en acosadores, no son la única razón, agregó. Los niños que crecen en hogares violentos, pero van a una escuela con un programa anti-bullying y una atmósfera de apoyo, no necesariamente se convertirán en acosadores.
CIBERACOSO, LA VIOLENCIA OCULTA
La intimidación también ha tomado nuevas formas en los últimos años. Una característica común del acoso es que la agresión hacia la víctima se repite. Pero el mundo de Internet lo está desdibujando, debido al impacto potencial que solo puede tener una instancia de ciberacoso.
De hecho, hay un vínculo tan grande entre el acoso escolar y el cibernético que algunos investigadores argumentan que se están convirtiendo en uno solo, especialmente ahora que los niños a menudo tienen sus teléfonos con ellos en clase.
«En mi investigación se descubrió que muchas veces los acosadores escolares continúan el hostigamiento en línea», dijo Calli Tzani-Pepelasi, profesora investigadora de psicología en la Universidad de Huddersfield. «Pueden estar sentados uno al lado del otro, pero prefieren intimidarse mutuamente, a través de las redes sociales, de esa manera sus acciones pueden ser vistas por más y sienten una falsa sensación de fama».
Lo más triste de todo, es que el impacto del acoso escolar en las víctimas puede durar décadas, lo que lleva a una peor salud física y psicológica, derivando en muchas ocasiones en suicidios.