La Tragedia de «Notre Dame»
Entre el horror y la impotencia, el mundo entero vio prácticamente en vivo y en directo por televisión como las llamas devoraban poco a poco la catedral de Notre Dame en París, justo cuando comenzaba la pasada Semana Santa.
Reportaje publicado en Revista Radar Peninsular No. 30, leer.
El histórico edificio considerado el corazón de la historia de Francia, fue devorado por un incendio incontrolable que provocó el derrumbe de la aguja que coronaba su torre principal, destruyó una gran parte de su techo y causó daños inconmensurables en el patrimonio histórico y religioso atesorado en ese edificio de más de ocho siglos de antigüedad.
UN MONUMENTO SIN IGUAL
La catedral de Notre-Dame de culto católico, sede de la archidiócesis de París, Francia, está dedicada a la Virgen María, madre de Jesucristo y está situada en la pequeña isla de la Cité, rodeada por las aguas del río Sena. Es uno de los monumentos más populares de la capital francesa. Se trata de uno de los edificios más antiguos de cuantos se construyeron en estilo gótico.
El uso innovador de la bóveda de crucería y del arbotante, los enormes y coloridos rosetones y el naturalismo y la abundancia de decoración escultórica lo diferencian de la arquitectura románica.
EL ORIGEN DEL FUEGO
El incendio estalló en un sector del edificio donde se estaban realizando trabajos de restauración. Las llamas se extendieron rápidamente hacia la estructura de madera que sostenía el tejado. En su gran mayoría, se trataba de troncos originales del siglo XIII que habían sobrevivido a 850 años de convulsiones históricas.
Dos semanas después del suceso, las autoridades aún no han dado su veredicto final sobre las causas del mismo, pero todo parece apuntar a que fue un accidente provocado durante los trabajos de restauración.
“EL DECESO DE UNA MADRE”
El momento más dramático se produjo a las 20:05 horas, cuando se desplomó la aguja de 96 metros de alto, obra del arquitecto Eugène Viollet-le-Duc construida en el siglo XIX. Ante ese símbolo de características apocalípticas, los franceses, y en particular los parisinos, vivieron el episodio como el deceso de una madre porque, tanto para católicos como para los no creyentes, la catedral es un componente fundamental de la identidad nacional y de la historia.
HABÍA RESISTIDO A TODO
A pesar de las vicisitudes históricas que ocurrieron en torno de ese monumento, Notre Dame jamás había sufrido un incendio. Tampoco padeció daños importantes en su estructura durante ciertos episodios turbulentos como la Revolución Francesa en 1789 ni en las diversas rebeliones populares que conoció la capital.
La catedral incluso pudo resurgir sin daños de la Segunda Guerra, pues había sido prudentemente rodeada por bolsas de arena para protegerla de los bombardeos y de los combates.
MUDO TESTIGO DE LA HISTORIA
En su planta cruciforme de cinco naves se realizaron las coronaciones del rey Enrique VI de Inglaterra en 1429, durante la Guerra de los Cien Años, y de Napoleón Bonaparte en 1804, y en 1909 fue el escenario de la beatificación de Juana de Arco.
Allí también Charles de Gaulle hizo cantar un «Magnificat» para celebrar la liberación de París durante la Segunda Guerra Mundial o incluso celebraciones populares como la fiesta realizada luego de que Francia consiguiera su primera Copa Mundial de Futbol en 1998.
INMORTALIZADA EN LA LITERATURA
Durante la época del Romanticismo, Victor Hugo escribió, en 1831, la novela Nuestra Señora de París. Los hechos que narra transcurren en la catedral durante la Edad Media y tienen como protagonista a Quasimodo, que se enamora de una gitana de nombre Esmeralda.
Quasimodo, que toca las campanas de la catedral y se encariña de ella, le sirvió al autor para reivindicar la restauración del edificio. El libro, en cuyo prólogo el autor ya denunciaba el olvido al que se había abocado el edificio, consiguió llamar la atención de la ciudadanía parisina.
Y CLARO, TAMBIÉN EN EL CINE
La historia escrita por Victor Hugo se llevó por primera vez a la gran pantalla con “Esmeralda, la zíngara”, película de 1939 en la que Charles Laughton interpreta al jorobado y Maureen O’Hara hace de Esmeralda.
A este primer filme le siguieron decenas, si bien Anthony Quinn y Gina Lollobrigida protagonizaron el más famoso en 1956, Disney adaptó la obra en 1996 con un filme de animación “El jorobado de Notre Dame” que recaudó más de 300 millones de dólares a lo largo de todo el mundo.
MILLONARIOS APOYOS
Para responder a múltiples demandas, la Fundación del Patrimonio lanzó a unas horas del siniestro una «colecta nacional» para la reconstrucción de Notre Dame, y el apoyo no se hizo esperar: Algunas de las familias más ricas de Francia acudieron al rescate de un ícono nacional, encabezando una campaña de recaudación de fondos que en pocas horas ya había superado los 700 millones de dólares.
Uno de ellos fue François-Henri Pinault, esposo de la mexicana Salma Hayek, quien por cierto, protagonizó una de las películas inspiradas en el tema de la catedral.
LO QUE PUDO RESCATARSE
– La Santa Corona, la que según los católicos portaba Jesús poco antes de su crucifixión
– La túnica de San Luis, uno de los reyes más famosos de Francia
– El pedazo de la cruz en la que fue crucificado Jesús y un clavo usado en el mismo acto
– Los tres órganos monumentales, aunque aún está en duda su restauración
– Los tres rosetones, unas vidrieras que representan las flores del paraíso que se construyeron en el siglo XIII
– Las 16 estatuas de cobre que representan a los doce apóstoles y los cuatro evangelistas, también escaparon de las llamas
LAS INEVITABLES PÉRDIDAS
-Uno de los primeros símbolos de este emblema parisino y mundial en desaparecer fue la aguja de la catedral, con sus 93 metros de altura, que se hundió al tiempo que lo hizo gran parte del techo.
– Tampoco consiguió salvarse el gallo que coronaba la aguja y que alojaba un ápice de la Corona de Espinas, una reliquia de San Dionisio y otra de Santa Genoveva.
– La armadura de madera de más de 100 metros de largo conocido como «el bosque», debido al gran número de vigas que hubo que utilizar para instalarlo.
– Las grandes pinturas de los siglos XVII y XVIII. Los expertos en patrimonio también están preocupados por las vidrieras.
«Notre Dame es nuestra historia, nuestra literatura, parte de nuestra psique, el lugar de todos nuestros grandes eventos, nuestras epidemias, nuestras guerras, nuestras liberaciones, el epicentro de nuestras vidas… la reconstruiremos juntos».
Emmanuel Macron
Presidente de Francia