7 mitos acerca de los mayas. La civilización maya resulta fascinante porque al tiempo de ser presentada como historia se adereza con toques de misticismo. Siempre ocurre que cuando hay poca información aparecen las suposiciones para llenar esos vacíos. Sin embargo, las investigaciones de los últimos años, cada vez más precisas, le permiten al hombre contemporáneo conocerlos de carne y hueso, desde un punto de vista etnográfico más que de leyenda. He aquí algunos de los principales mitos endilgados a esta cultura prehispánica:
Los primeros en difamar a los mayas fueron los conquistadores españoles, pues al ver que sus dioses eran representados con cuerpos mitad hombre, mitad animal, se les hizo fácil relacionarlos con el demonio. El K´awil, por ejemplo, era una deidad de fertilidad con los atributos del agua, la tierra y los alimentos como el maíz y el frijol, pero al K´awil se le ilustraba con una pierna en forma de serpiente.
Imaginemos la cara de los sacerdotes hispanos cuando vieron esto. ¡Santísima! Los valores culturales chocaron de frente: para el catolicismo la víbora es Lucifer pero para el mundo precolombino un animal venerado.
Una crónica de Fray Diego López de Cogolludo en la que relata son devorados el capitán Valdivia y cuatro españoles más, entre 1511 y 1512, pinta a los mayas como antropófagos. Sin embargo, no existe la certeza de que realmente hayan sido ellos y no los indios caribes que también visitaban la zona, y éstos sí, degustadores de carne humana.
Esta mala prensa abonó a que con toda alevosía, premeditación y ventaja–durante la Conquista– se acusara a los mayas de caníbales a fin de limpiar crímenes de guerra y asesinatos en su contra, pues las leyes españolas no permitían atentar contra la vida de los nativos, salvo cuando se tratara de caníbales. De modo que cuando algún maya amanecía muerto bastaba con relacionarlo con el canibalismo y asunto olvidado.
Los mayas, como la mayoría de los pueblos precolombinos, realizaban rituales de sacrificio humano, eso es cierto, pero también hoy se sabe que los cronistas españoles exageraron la nota, especialmente por cuanto al número de víctimas y la frecuencia de los sacrificios, a efectos de presentarlos como salvajes y a ellos como sus “salvadores”.
Hay que entender que la Conquista de México no fue amorosa, sino una guerra y que en la guerra la primera víctima es la verdad.
Con el transcurrir del tiempo el mundo occidental descubrió que los salvajes no eran tan salvajes. Los mayas crearon un calendario más preciso que el suyo y consiguieron juegos de luz y sombra, con precisión milimétrica, teniendo como eje el Sol. ¿Cómo pudieron lograr esto? Bueno, una vez descartada su relación con Satanás, se les atribuyeron nuevos “padrinos”: Los alienígenas, porque seguro que debieron haber recibido ayuda de ellos y tal vez hasta sus líderes eran extraterrestres.
Hoy se sabe con precisión que los mayas no vienen de Marte, Júpiter o Saturno, son tan humanos como nosotros y su origen es totalmente asiático. Sin embargo, hasta el día de hoy los ufólogos (estudiosos del fenómeno ovni) continúan buscándole el casco espacial al “astronauta” de la lápida de Palenque que en realidad no es más que una representación del gobernante K´inichJ´anaabPakal, convertido en deidad.
Ni desaparecieron, ni fue misteriosamente. Gracias a los adelantos científicos se sabe que entre los años 800 y 1000 de nuestra era el mundo padeció una intensa sequía que debió ser uno de los principales motivos por los que iniciaron el éxodo de sus grandes ciudades (en la zona del Petén guatemalteco) hacia la península de Yucatán.
Nunca hubo tal desaparición ni tal misterio. Y cuando se habla del colapso maya pudiera pensarse que esto ocurrió de la noche a la mañana, pero no fue así. Los mayas del periodo Clásico abandonaron sus ciudades en un lapso aproximado de 150 años. De manera que la palabra “desaparecieron” quizás no sea la más correcta.
Cuando se descubrieron sus dotes intelectuales se dejó de pensar en ellos como asesinos seriales, pero entonces se cayó en el otro extremo: en una postura radicalmente opuesta que nos hizo pensar que se la pasaban observando el Universo las 24 horas del día, construyendo pirámides y regalando flores, una antigua versión “hippie” de amor y paz, pero los mayas, además de ser astrónomos y matemáticos dedicaron buena parte de su tiempo a la guerra, lo que puede observarse en los periodos Clásico y Postclásico, incluso hasta el siglo XIX con la Guerra de Castas. Las ciudades-Estado tuvieron constantes diferencias y se piensa que una combinación de guerra y sequía provocó el colapso.
Los mayas registraron su historia en estructuras monolíticas de piedra conocidas como estelas y en códices. Ahí plasmaron guerras, catástrofes y momentos de gloria. Para ellos el tiempo es un círculo en el que invariablemente lo que termina volverá a iniciar. Por desgracia sus historias han sido malintencionadamente tomadas como “profecías”.
Los mayas marcaron el 21 de diciembre de 2012 (de nuestro calendario) como el último día de una era y el primero de otra, pero jamás hablaron del fin del mundo. Lamentablemente la televisión catastrofista se ha valido de esta falsa interpretación a fin de obtener mayor audiencia.
En fin, los mayas seguirán siendo calificados de acuerdo con la época: satánicos, caníbales, asesinos seriales, extraterrestres, fantasmagóricos, “hippies”, o profetas del fin del mundo, porque son y seguirán siendo una civilización que nos seduce por esa combinación de mito y realidad.
Esta noticia fue modificada el 29 mayo, 2019 6:53 pm